El incidente del buque Ever Given en el Canal de Suez en 2021 demostró lo frágil que puede ser el comercio global cuando un paso marítimo queda bloqueado.
Tras su reelección, el presidente Donald Trump reafirmó que Estados Unidos no permitirá que otra potencia controle de manera indirecta el paso marítimo más estratégico del hemisferio, el Canal de Panamá. Su mensaje refleja la creciente preocupación en Washington por la influencia de la República Popular China en la zona canalera, especialmente en los puertos de entrada y salida, algo que muchos en el gobierno consideran una amenaza económica y de seguridad nacional.
El canal y su importancia para Estados Unidos
Más del setenta por ciento de los cargamentos, buques comerciales y navíos militares que cruzan el canal provienen de Estados Unidos. Cualquier interrupción tendría consecuencias severas para la economía y la defensa del país. Actualmente, la empresa CK Hutchison Holdings Limited, con sede en Hong Kong, opera los puertos de Balboa y Cristóbal, situados en ambos extremos del canal. Además, compañías chinas están involucradas en proyectos de infraestructura como la construcción de un nuevo puente sobre el canal. Para Washington, esta combinación de factores representa un riesgo estratégico en una zona que históricamente ha sido vital para su comercio y poder naval.
Un tratado bajo revisión
El tratado firmado en 1977 entre Estados Unidos y Panamá garantiza la neutralidad y el acceso equitativo al canal. Trump sostiene que la situación actual vulnera ese acuerdo. Durante un discurso ante el Congreso, aseguró que su país nunca cedió el canal a China y anunció su intención de revisar los contratos portuarios e imponer un veto a nuevas obras en la zona canalera. Expertos en derecho internacional, sin embargo, advierten que el tratado no autoriza a Washington a intervenir directamente en Panamá y que cualquier acción unilateral podría desatar una crisis diplomática.
La respuesta de China y el juego de poder global
A principios de 2025, el gobierno estadounidense aprobó un acuerdo de diecinueve mil millones de dólares que permitiría a CK Hutchison vender varios de sus puertos, incluidos los de Panamá, para saldar una deuda con un consorcio liderado por BlackRock. Beijing reaccionó con firmeza y anunció que supervisará cualquier venta, dejando claro que solo aceptaría una operación que incluya a la estatal China COSCO Shipping Corporation. Para Washington, esa opción es inaceptable, pues consolidaría la presencia de un actor alineado con el Partido Comunista chino.
Lecciones del Canal de Suez
El incidente del buque Ever Given en el Canal de Suez en 2021 demostró lo frágil que puede ser el comercio global cuando un paso marítimo queda bloqueado. Un cierre del Canal de Panamá obligaría a los buques estadounidenses en el Atlántico a rodear Sudamérica, lo que añadiría casi un mes al viaje hacia el Pacífico. En un escenario de conflicto, ese retraso sería crítico.
La estrategia de Washington
La nueva política estadounidense busca asegurar que ninguna empresa ligada al Partido Comunista chino opere en la zona canalera, establecer una presencia militar mínima en coordinación con Panamá, reforzar la influencia del país en la Organización Marítima Internacional y crear una alianza marítima con naciones afines para coordinar inversiones y proteger rutas estratégicas.
Un paso decisivo
Más de un siglo después de su construcción, el Canal de Panamá sigue siendo un símbolo de la capacidad de Estados Unidos para proyectar poder global. Pero en un mundo donde China utiliza la infraestructura como instrumento geopolítico, el canal se ha convertido nuevamente en terreno de disputa. Washington insiste en que no se trata de nostalgia imperial, sino de preservar el acceso libre a una vía esencial para la economía mundial y para la seguridad del continente americano.



