Durante su campaña, Sheinbaum prometió combatir la violencia contra las mujeres.
Lo ocurrido frente a Palacio Nacional parecía, al principio, uno de esos encuentros cotidianos entre la presidenta Claudia Sheinbaum y sus simpatizantes. Pero el momento se convirtió en noticia nacional cuando un hombre se acercó por detrás, intentó besarla y le levantó las manos hacia el pecho. La mandataria se apartó de inmediato mientras su equipo intervenía. El agresor fue detenido poco después.
Más allá de la conmoción, Sheinbaum decidió presentar una denuncia formal. Su respuesta no se limitó a un acto personal, sino a una declaración política que apunta al corazón de un problema profundo en México. En redes sociales escribió que, incluso siendo presidenta, lo que vivió es algo que millones de mujeres enfrentan a diario. Señaló que nadie tiene derecho a invadir el cuerpo o el espacio personal de una mujer, independientemente de su posición.
Sheinbaum recordó que ha vivido episodios similares desde que era estudiante, antes de ocupar cargos públicos, y afirmó que si ella, estando en la presidencia, guarda silencio, se envía un mensaje devastador para el resto de las mexicanas. También señaló que el hombre habría hostigado a otras mujeres durante el acto, lo que reforzó su decisión. Para la presidenta, es momento de marcar un límite.
Colectivos feministas han señalado que el ataque refleja un machismo tan arraigado que incluso la figura más poderosa del país no está exenta de ser objeto de agresión. La agresión ocurre en un contexto donde la violencia de género continúa siendo una herida abierta. Organizaciones independientes estiman que alrededor del 98 por ciento de los feminicidios siguen impunes, una estadística que retrata un sistema incapaz de proteger a las víctimas.
Durante su campaña, Sheinbaum prometió combatir la violencia contra las mujeres. Sus críticos señalan que aún no hay avances visibles, aunque ahora la presidenta anuncia una nueva campaña nacional contra el abuso sexual y se compromete a impulsar que el acoso sea delito en todo el país, buscando un cambio cultural más profundo.
El episodio también reaviva el debate sobre la seguridad presidencial. Sheinbaum ha mantenido la estrategia de su antecesor de mezclarse con la gente durante giras y eventos públicos. Aunque su equipo ha expresado preocupación, ella insiste en que no planea cambiar esa cercanía.
El ataque ocurrió pocos días después del asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, durante celebraciones locales en Michoacán. Su muerte volvió a subrayar los riesgos que enfrentan figuras públicas en un país donde 35 candidatos fueron asesinados en la campaña electoral pasada.
A pesar de ese panorama, la administración presume avances en materia de seguridad nacional, particularmente en la lucha contra el tráfico de fentanilo, tema prioritario para Estados Unidos.
Con esta denuncia, Sheinbaum busca convertir una agresión personal en un punto de inflexión. Su mensaje es claro: si agreden a la presidenta en público, qué queda para las demás mujeres del país.



