El monopolio de chips de Taiwán: un riesgo para la seguridad y la economía de Estados Unidos

Taiwán es un territorio que China reclama como propio.

El mundo digital que hoy conocemos depende de un recurso esencial: los semiconductores. Desde teléfonos inteligentes hasta sistemas bancarios, todo funciona gracias a estos microchips. Sin embargo, Estados Unidos enfrenta una dependencia peligrosa de un solo proveedor: Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).

Taiwán domina más del 60% del mercado global de semiconductores y produce el 90% de los chips más avanzados del mundo. Esta supremacía le ha valido el título de “la empresa más importante del mundo”, aunque una descripción más precisa sería “el monopolio más dominante”. Con China intensificando su presión sobre Taiwán, este escenario representa un riesgo geopolítico, económico y tecnológico sin precedentes para Estados Unidos.

El error estratégico del CHIPS Act

Para reducir la dependencia de proveedores extranjeros, el gobierno estadounidense lanzó el CHIPS Act, un programa que busca fortalecer la manufactura de semiconductores en EE.UU. Sin embargo, en lugar de apoyar a los fabricantes nacionales, esta política terminó beneficiando a TSMC, que recibió más de 6,000 millones de dólares en subsidios financiados por los contribuyentes.

El presidente Donald Trump ha criticado abiertamente esta estrategia. En una entrevista con Joe Rogan, señaló que EE.UU. esencialmente pagó a empresas extranjeras para consolidar su control del mercado, cuando lo que realmente se necesita es fortalecer a fabricantes nacionales como Intel, que ha perdido terreno frente a TSMC.

TSMC ha aprovechado esta situación al asegurar contratos con los gigantes tecnológicos estadounidenses. Apple compró toda su producción de chips de 3 nanómetros en 2023. Amazon confía en TSMC para sus chips de IA y AWS. Nvidia negocia con la empresa taiwanesa para fabricar sus procesadores más avanzados. Con estos acuerdos exclusivos, TSMC bloquea la competencia y asegura su posición dominante.

China, Taiwán y el riesgo de una crisis global

TSMC tiene el 90% de su producción en Taiwán, un territorio que China reclama como propio. La creciente tensión en la región no es una cuestión de “si ocurrirá”, sino de “cuándo”.

China ha realizado ejercicios militares para simular la toma de Taiwán, y recientemente, un barco chino cortó un cable de fibra óptica submarino en un aparente acto de sabotaje. En su discurso de Año Nuevo, el presidente chino Xi Jinping declaró que nada detendrá la reunificación con Taiwán.

Si China decidiera actuar—ya sea mediante una invasión militar, ciberataques o sabotaje industrial—el resultado podría ser una crisis económica global peor que la de la pandemia de COVID-19. La interrupción del suministro de semiconductores afectaría industrias enteras y dejaría a EE.UU. vulnerable.

Una estrategia para recuperar la independencia tecnológica

Trump ha propuesto imponer aranceles a los chips extranjeros para atraer fabricantes a Estados Unidos sin necesidad de subsidios.

Además, cualquier empresa extranjera que reciba apoyo financiero de EE.UU. debe comprometerse con el país, incluyendo la formación de trabajadores estadounidenses en manufactura de chips, el respeto a los acuerdos sindicales y laborales, y compromisos de inversión a largo plazo en infraestructura y desarrollo tecnológico dentro de EE.UU.

También es esencial una estrategia que incluya una mayor inversión en educación en ingeniería y manufactura avanzada, el desarrollo de infraestructura optimizada para la producción de chips, y la creación de incentivos para la inversión privada en fábricas de semiconductores.

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