El toque de la lucha libre, un elemento inseparable del cine fantástico mexicano.
Si Batman hubiera nacido en México en los años 60, probablemente habría cambiado la baticueva por un yate, el batitraje por un bikini, y los villanos góticos por científicos locos que crean hombres pez. Ese es el espíritu de La mujer murciélago(1968), una joya del mexploitation dirigida por René Cardona que, con una mezcla delirante de lucha libre, ciencia ficción y espionaje, se convirtió en un clásico de culto.
El punto de partida es tan extravagante como suena: en la bahía de Acapulco, varios luchadores aparecen muertos, con la glándula pineal extraída. La policía, incapaz de resolver el misterio, llama a Batwoman (Maura Monti), una millonaria experta en todas las disciplinas físicas imaginables: equitación, tiro, buceo y, por supuesto, lucha libre. Su llegada es espectacular: aterriza en paracaídas, enfundada en un bikini azul con capa y antifaz. Pero, ¿quién necesita armaduras cuando se tiene estilo?
El villano de turno es el Dr. Eric Williams, un neurocirujano que, desde su yate-laboratorio Reptilicus, sueña con crear una nueva raza de hombres pez. Para ello, secuestra a luchadores y les extrae un misterioso líquido cerebral. Su criatura, un híbrido anfibio de piel roja llamado Icticus (o Piscis, según la versión), es una versión de bajo presupuesto del Monstruo de la laguna negra, pero con un toque mexicano y mucho menos presupuesto.
Como buena película de mexploitation, La mujer murciélago no se preocupa por la coherencia. La trama es una excusa para desplegar persecuciones en carretera, peleas bajo el agua y enfrentamientos en el mar. Hay un triángulo amoroso que no va a ninguna parte, un villano con una risa tan exagerada que parece de caricatura, y un infiltrado que usa un antifaz tipo Llanero Solitario pero nadie parece notarlo. Todo esto se desarrolla con un ritmo vertiginoso, acompañado de una banda sonora que suena a una mezcla entre James Bond y una telenovela de acción.
La cinta es un ejemplo perfecto de cómo el cine de explotación mexicano tomaba prestados —sin permiso— elementos de la cultura pop extranjera para adaptarlos a su propio contexto. Con influencias evidentes de Batman, el cine de espías y los seriales de ciencia ficción, La mujer murciélago se distingue por su identidad única: el toque de la lucha libre, un elemento inseparable del cine fantástico mexicano.
Maura Monti, la mujer detrás de la máscara, es un personaje fascinante. Modelo italiana convertida en estrella del cine mexicano, participó en más de 40 películas junto a figuras como El Santo y Cantinflas. Su papel en La mujer murciélagola la convirtió en una de las pocas heroínas de la época. Y aunque se retiró del cine en 1971, su legado sigue vivo en la memoria de los fanáticos del cine de culto.
Hoy, a más de cinco décadas de su estreno, La mujer murciélago sigue proyectándose en festivales de cine fantástico y tiene un lugar especial en el corazón de los amantes del cine psicotrónico. No es solo una copia de Batman, sino una prueba de la creatividad y descaro del cine mexicano de la época, capaz de mezclar superhéroes, luchadores y monstruos acuáticos en una sola película. ¿Lógica? Ninguna. ¿Diversión? Absoluta.



