California vs. el Medio Oeste: El asalto partidista de los demócratas en la lucha por los mapas electorales

El plan pretende favorecer a los demócratas, permitiendo ganar hasta cinco escaños adicionales en la Cámara federal.

California se encuentra atrapada en un debate cada vez más áspero por la Proposición 50, justo cuando estados del Medio Oeste como Michigan, Wisconsin y Ohio avanzan hacia fórmulas que, con todos sus defectos, resultan más legítimas para enfrentar el desafío de la redistribución de distritos. El contraste no solo exhibe caminos opuestos, sino que revela las contradicciones de los demócratas californianos, dispuestos a sacrificar los principios de independencia electoral que alguna vez defendieron en nombre de su conveniencia partidista.

En Michigan, los votantes aprobaron en 2018 la creación de una Comisión Independiente de Redistritación Ciudadana, compuesta por miembros sin afiliación política, para definir los mapas electorales. Según análisis no partidistas, esas nuevas delimitaciones de distritos, pese a no ser perfectas, resultaron “mucho más representativas” y equilibradas, reduciendo el sesgo histórico en favor de un único partido.

California: de referente democrático a estrategia partidista

Durante años, California fue líder en reformas electorales al instaurar una Comisión Ciudadana Independiente de Redistritación (CCRC), activa desde 2010, que se encargó de rediseñar los distritos sin intervención política directa. Este modelo era valorado por su transparencia y por reducir la influencia directa de partidos en los mapas electorales.

Hoy, con la Proposición 50, ese modelo está en jaque. La propuesta, impulsada por el gobernador Gavin Newsom, busca que la legislatura retome temporalmente el control del redistritado hasta 2030, con el argumento de responder a maniobras gerrymanderistas republicanas en otros estados, como Texas . El plan pretende favorecer a los demócratas, permitiendo ganar hasta cinco escaños adicionales en la Cámara federal. Aunque presentado como “defensivo”, no deja de ser una medida partidista que socava la independencia electoral que California valoraba.

Críticos dentro del propio partido la ven como una maniobra para fortalecer la posición del gobernador, incluso en el contexto de una futura candidatura presidencial. El exgobernador Arnold Schwarzenegger cuestiona esta lógica de “tit‑for‑tat”, advirtiendo que una vez que los partidos recuperan el control de dibujar distritos, rara vez lo entregan voluntariamente. También hay voces progresistas que denuncian que los nuevos mapas dividen comunidades rurales, diluyendo su influencia.

El impacto político y simbólico

El contraste es claro: mientras en el Medio Oeste, Michigan en particular, se avanza hacia mecanismos más independientes y menos partidistas, California se aleja de ese estándar. Si el estado que se presentaba como referente democrático cede por cálculo político, ¿quién lo detiene en otros estados?

La Proposición 50 no solo pone en riesgo la autoridad moral de los demócratas californianos, sino que les otorga un poder directo sobre la configuración electoral, erosionando la confianza en su compromiso con la democracia representativa.

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