El rol de USAID en la estrategia migratoria de la administración Biden bajo escrutinio

USAID enfrenta una fuerte reestructuración bajo la administración Trump, que recorta personal y pone en duda la efectividad de sus programas de ayuda.

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), creada bajo la administración de John F. Kennedy, ha sido objeto de controversia durante años, especialmente desde que la administración Trump comenzó a cuestionar su eficiencia y a reducir su financiamiento. A lo largo de su historia, la agencia ha enfrentado acusaciones de mal manejo de recursos y corrupción, lo que ha abierto un debate sobre su futuro.

En los últimos años, bajo la administración Biden, USAID desempeñó un papel clave en la estrategia para abordar las causas de la migración desde Centroamérica, enfocándose en combatir la pobreza, la violencia y el cambio climático. En 2021, la vicepresidenta Kamala Harris encabezó la iniciativa Centroamérica Local, destinada a fortalecer organizaciones en El Salvador, Guatemala y Honduras con una inversión de 300 millones de dólares. Este esfuerzo se amplió con programas adicionales en áreas como la violencia de género y el desarrollo económico. Además, en 2023, la vicepresidenta anunció 135 millones de dólares para Guatemala y 170 millones más para proyectos de infraestructura y seguridad.

Sin embargo, la efectividad de estos programas ha sido puesta en duda, especialmente en lo que respecta a la reducción de la migración. A lo largo de su primer mandato, Trump ya había propuesto importantes recortes al presupuesto de ayuda exterior, y su administración actual, a través de su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), liderado por Elon Musk, ha llevado a cabo una revisión profunda de USAID, eliminando varios programas y reduciendo drásticamente su personal.

En febrero de 2025, la administración Trump anunció la eliminación de más de 1,600 puestos en la agencia, dejando a menos de 300 empleados operativos. Esta medida fue parte de un esfuerzo por reducir el tamaño de la agencia y recortar programas que, según las críticas, habrían sido un derroche de recursos, como el financiamiento a programas como “Sesame Street” en Irak o a organizaciones en Gaza.

A pesar de la fuerte reducción de personal, algunos programas humanitarios seguirán funcionando, aunque con una estructura mucho más reducida.

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