Los partidarios del proyecto ven como la oportunidad ideal para celebrar lo que consideran “un nuevo comienzo para el sueño americano”.
En una jornada calificada como histórica por sus impulsores, el Senado estadounidense aprobó el llamado One Big Beautiful Bill, un extenso paquete legislativo impulsado por el presidente Donald J. Trump. La iniciativa, que ahora debe ser ratificada por la Cámara de Representantes, busca dejar una huella profunda en la economía y en sectores clave como agricultura, energía, transporte y tecnología.
La propuesta combina un conjunto de reformas fiscales que prometen alivios permanentes a empresas y trabajadores, junto con medidas de modernización de infraestructura y seguridad fronteriza. Para la industria aérea, por ejemplo, el proyecto destina 12.5 mil millones de dólares a la renovación del sistema de control de tráfico aéreo, una apuesta que, según Airlines for America, “marcará el inicio de un sistema moderno y eficiente”.
El sector agrícola celebró las mejoras en los programas de apoyo a granjeros y el fortalecimiento de seguros y créditos para cultivos. “Esto brinda certidumbre a quienes sostienen nuestra cadena alimentaria”, afirmó Zippy Duvall, presidente de la American Farm Bureau Federation.
Los empresarios no se quedaron atrás. Desde la Asociación Nacional de Manufactureros hasta la Cámara de Comercio, las voces fueron unánimes: el One Big Beautiful Bill representa la consolidación de un marco fiscal que favorecerá la inversión, la innovación y la creación de empleo. Las pequeñas y medianas empresas, que constituyen el 95% del tejido empresarial, son vistas como las grandes beneficiarias de estas medidas que incluyen la extensión de deducciones y exenciones clave.
El sector energético, por su parte, aplaudió las disposiciones que amplían el acceso a recursos y fomentan el desarrollo de nuevas tecnologías, reforzando la idea de una “nueva era de dominio energético”, en palabras del American Petroleum Institute.
El proyecto no está exento de críticas. Aunque sus defensores insisten en que se trata de un plan que dinamizará la economía y devolverá protagonismo a Estados Unidos en el escenario global, sus detractores advierten que el costo fiscal podría ser considerable y que los beneficios podrían concentrarse en los grandes intereses empresariales.



