La FDA aprueba una inyección semestral que podría transformar la lucha contra el VIH

En Estados Unidos, el tratamiento tendrá un precio de lista de 28,218 dólares al año por persona.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha dado luz verde a un medicamento que podría marcar un antes y un después en la prevención del VIH: lenacapavir. Este fármaco, que se administra mediante una inyección cada seis meses, ha demostrado en ensayos clínicos una eficacia casi absoluta: un 99.9 % de protección frente al virus en personas con un peso superior a los 35 kilogramos. La revista Science no dudó en calificarlo como el avance científico más importante de 2024.

Lenacapavir actúa de un modo distinto a las vacunas tradicionales: no busca activar el sistema inmunitario, sino impedir que el VIH se replique desde las primeras etapas de la infección. Lo consigue al interferir en el funcionamiento de la cápside, la estructura que protege el material genético del virus. Aunque este medicamento ya se empleaba en algunos países para tratar casos de VIH resistentes a otros fármacos, hasta ahora ninguna agencia había aprobado su uso preventivo.

La relevancia de este avance radica también en la simplificación del tratamiento: a diferencia de la profilaxis preexposición (PrEP) en pastillas, que exige tomar una dosis diaria y cuyo cumplimiento es un desafío, lenacapavir promete protección prolongada con tan solo dos aplicaciones anuales. La farmacéutica Gilead Sciences, responsable del desarrollo del fármaco, comercializará la inyección bajo el nombre de Yeztugo y planea producir 10 millones de dosis antes de 2026.

Sin embargo, el entusiasmo por esta herramienta para frenar la epidemia del VIH se ve empañado por un reto que no es nuevo: el acceso. En Estados Unidos, el tratamiento tendrá un precio de lista de 28,218 dólares al año por persona. Para regiones como África subsahariana, donde vive cerca de dos tercios de las personas con VIH del mundo, esa cifra resulta prohibitiva. Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, ya había alertado sobre el riesgo de que el alto costo deje fuera a quienes más lo necesitan.

Gilead ha anunciado un plan para ampliar el acceso en 120 países de ingresos bajos y medios, que contempla licencias voluntarias para permitir la producción de versiones genéricas y el suministro directo del medicamento sin fines de lucro, al menos hasta que los fabricantes locales puedan cubrir la demanda.

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