Aunque dejó la gubernatura de California hace 15 años, Schwarzenegger sigue siendo una figura con peso político.
Arnold Schwarzenegger, estrella de Hollywood y ex gobernador republicano de California, ha decidido entrar de lleno en el debate más candente de la política estatal: la Proposición 50. Con su inconfundible estilo, pidió a los votantes rechazar el plan del gobernador Gavin Newsom, que busca redibujar temporalmente los distritos electorales para reforzar a los demócratas en el Congreso.
La medida, que se votará el 4 de noviembre, suspendería los mapas creados por la comisión ciudadana independiente, un modelo que el propio Schwarzenegger impulsó durante su mandato, y los reemplazaría por un trazado diseñado por legisladores demócratas. El objetivo es claro: ganar cinco escaños republicanos y blindar otros distritos clave antes de las elecciones de medio término de 2026.
Para Schwarzenegger, esto equivale a traicionar los principios democráticos que inspiraron la reforma original. “Es una locura”, dijo en la Universidad del Sur de California.
El exgobernador ha dejado claro que está dispuesto a librar una nueva batalla política. Ya el mes pasado anticipó su postura con una foto levantando pesas en la red X, vistiendo una camiseta con el lema “Terminate Gerrymandering”acompañado de un insulto velado a “los políticos”. Sin embargo, aún no está claro cuánto se involucrará en la campaña: si pondrá dinero propio, si lanzará anuncios o si usará su fama global para movilizar votantes.
Aunque dejó la gubernatura de California hace 15 años, Schwarzenegger sigue siendo una figura con peso político. Su perfil centrista y sus críticas a Trump le han dado un lugar único dentro del debate público. Expertos como Bill Whalen, del Instituto Hoover de Stanford, advierten que pocos querrán enfrentarse a él en una cruzada de este calibre.
El choque entre Newsom y Schwarzenegger resume una pugna mayor: California y Texas se han convertido en los epicentros de una guerra partidista que podría definir el equilibrio de poder en Washington. Mientras Newsom enmarca la iniciativa como un pulso directo contra Trump y su “asalto a la democracia”, Schwarzenegger la denuncia como un retroceso que entrega el poder a los políticos y margina a los ciudadanos.
La incógnita ahora es si el “Terminator” podrá ayudar a frenar el empuje demócrata o si su intervención quedará como un eco nostálgico de su tiempo en Sacramento. Con Schwarzenegger en escena, la campaña por la Proposición 50 dejó de ser un debate técnico para convertirse en un pulso político con tintes hollywoodenses.



