La escena tardó más de cuatro horas en ser asegurada. La investigación, ahora en manos de detectives de homicidios del condado.
Una explosión durante una operación de entrenamiento del Departamento del Sheriff de Los Ángeles dejó el viernes 18 de julio, un saldo devastador: tres agentes veteranos del equipo de artefactos explosivos murieron, en lo que las autoridades describen como una de las peores tragedias en la historia de la agencia.
El estallido ocurrió a las 7:30 a.m. en el centro de instrucción Biscailuz, un complejo habitualmente usado para entrenamientos especializados. Aunque el Departamento no ha revelado qué tipo de ejercicio se realizaba en el momento, todo apunta a que el material detonante fue trasladado desde un edificio residencial en Santa Mónica, donde un inquilino descubrió varias granadas sin detonar en el garaje un día antes. Se presume que los explosivos, abandonados por un antiguo residente, fueron removidos sin incidentes… hasta que algo falló.
La detonación se produjo en un estacionamiento del centro, junto a patrullas y camiones del Departamento. Las imágenes captadas por helicóptero mostraban tres cuerpos cubiertos junto a una camioneta con rampa lateral, además de un vehículo policial con daños visibles. No hubo más heridos.
El sheriff Robert Luna, visiblemente afectado, confirmó que los agentes fallecidos tenían 19, 22 y 33 años de servicio. “Tenían años de experiencia y eran excelentes en lo que hacían”, dijo entre pausas. “Hoy perdimos a tres de los mejores”. Se trataba de los detectives Joshua Kelley-Eklund, Victor Lemus y William Osborn, veteranos en el manejo de materiales explosivos. Sus nombres se hicieron públicos una vez que se notificó a sus familias.
La escena tardó más de cuatro horas en ser asegurada. La investigación, ahora en manos de detectives de homicidios del condado, cuenta con el apoyo del FBI y de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF). También participan especialistas del Departamento de Bomberos de Los Ángeles y del escuadrón antibombas del LAPD.
El gobernador Gavin Newsom fue informado de inmediato y su oficina mantiene comunicación directa con los equipos en el terreno. La fiscal general Pam Bondi calificó el hecho como “una tragedia horrorosa” y pidió oraciones por las familias de los agentes.
La última vez que el Departamento del Sheriff enfrentó una pérdida tan grave fue en 1857, cuando cuatro agentes murieron por disparos. Esta vez, el enemigo no fue un criminal, sino una cadena de descuidos que acabó con la vida de quienes entrenaban para protegernos de lo impensable.



