Más allá del impacto económico, la eliminación de esta moneda tiene un componente simbólico.
El expresidente Donald Trump ha decidido suspender la producción de centavos en un intento por reducir el despilfarro en el presupuesto federal. Siguiendo la recomendación del secretario del Tesoro, Scott Bessent, la Casa Blanca ha ordenado detener la acuñación de la moneda más pequeña del país debido a una paradoja económica: cada centavo cuesta más de un centavo fabricarlo.
En teoría, la producción de dinero debería generar ganancias para el gobierno. Así ocurre con los billetes, cuyo costo de impresión es menor que su valor nominal. Durante años, lo mismo aplicó a los centavos de cobre. Sin embargo, el constante debilitamiento del dólar y el aumento de los precios de los metales hicieron que fabricar una moneda de un centavo se volviera más costoso que su propio valor. Ante esta pérdida, el Departamento del Tesoro intentó reducir costos usando zinc y cubriendo las monedas con una fina capa de cobre, pero incluso esta estrategia fracasó.
Trump ha presentado esta decisión como parte de una cruzada para sanear las finanzas públicas. Argumenta que, tras la administración de Joe Biden, la economía estadounidense quedó en una situación insostenible, con un déficit anual de billones de dólares y una deuda que ya supera los 36 billones. Según Trump y su equipo, el país no puede permitirse ni siquiera pequeñas pérdidas como las que genera la fabricación de centavos si realmente quiere frenar la crisis.
Los críticos del fin de los centavos ven la medida como un recordatorio del deterioro de la moneda estadounidense. Hace un siglo, cuando la Reserva Federal aún no había erosionado el poder adquisitivo del dólar, el nivel de precisión en los precios se ajustaba a la décima parte del dólar, no a la centésima. La desaparición del centavo no solo ahorra dinero al gobierno, sino que también podría ser el primer paso hacia una simplificación en las transacciones diarias, eliminando la necesidad de redondear precios a los centavos.
Más allá del impacto económico, la eliminación de esta moneda tiene un componente simbólico. Abraham Lincoln, cuyo rostro adorna el centavo, también enfrentó desafíos financieros durante la Guerra Civil. Según los defensores de la medida, el expresidente habría comprendido que la estabilidad fiscal de la nación es más importante que la permanencia de su imagen en una moneda en extinción en la era digital.
La cancelación del centavo es solo una pieza de un plan mayor para recortar gastos en un gobierno que, según la administración Trump, está plagado de despilfarro, fraude y corrupción. La recién creada Department of Government Efficiency (DOGE) tiene la misión de revisar con lupa cada gasto del gobierno, asegurando que los dólares de los contribuyentes se usen de manera responsable.
Si bien algunos pueden ver la medida como un ajuste menor en medio de una crisis financiera colosal, el mensaje de fondo es claro: si el gobierno no puede permitirse seguir fabricando centavos, es hora de repensar por completo el manejo del dinero público.



